En el sur del abecedario
por Washington Cucurto
Las deficiencias de este papel fotocopiado no me importan, ni que digan que su tiempo de duración es de 40 años y se borra, que es eso lo que vivirán estas letras en el papel, se borra y, con él, el amor que fue testigo, testigos todos falsos que involucran tanto como los testigos de Sadam o de los jueces norteamericanos, será una prueba irrefutable por cinco años en la librería y en mi corazón; hojas, papeles de Buenos Aires, que nos traerán recuerdos de lo que juntos una vez hicimos: quedará un bar dominicano, mi casa de cumbia, los versos de Enrique Lhin como todo simulacro de paz y de guerra. Nada más.
Ni un juguete de oro.
Ni un balneario oscurecido en la playa al caer la noche por las mismas estrellas. No me importa la indigencia de mendicidad de este papel fotocopiado que yo sé bien que es parte de un proceso de deshumanización o humanización pedorra de los árboles.
Que dure lo que dure, che! Si al fin y al cabo, las letras siempre verdes en su lugar.
A su inescrutable puerta en la recta lengual, sublingual del sur del abecedario.
(de la antología “Hotel Quequén”, edit. Sigamos Enamoradas, febrero 2006)
Las deficiencias de este papel fotocopiado no me importan, ni que digan que su tiempo de duración es de 40 años y se borra, que es eso lo que vivirán estas letras en el papel, se borra y, con él, el amor que fue testigo, testigos todos falsos que involucran tanto como los testigos de Sadam o de los jueces norteamericanos, será una prueba irrefutable por cinco años en la librería y en mi corazón; hojas, papeles de Buenos Aires, que nos traerán recuerdos de lo que juntos una vez hicimos: quedará un bar dominicano, mi casa de cumbia, los versos de Enrique Lhin como todo simulacro de paz y de guerra. Nada más.
Ni un juguete de oro.
Ni un balneario oscurecido en la playa al caer la noche por las mismas estrellas. No me importa la indigencia de mendicidad de este papel fotocopiado que yo sé bien que es parte de un proceso de deshumanización o humanización pedorra de los árboles.
Que dure lo que dure, che! Si al fin y al cabo, las letras siempre verdes en su lugar.
A su inescrutable puerta en la recta lengual, sublingual del sur del abecedario.
(de la antología “Hotel Quequén”, edit. Sigamos Enamoradas, febrero 2006)
2 Comments:
AGUANTEN MARX, LOLAMAAR Y MR
Poesía por acumulación
por Paniagua
No confíes en quien llama (o llamó allá, en los...) Genocidio al SIDA.
No confíes en los que no huelen su propio envejecimiento en la ropa.
No confíes en los que te dicen "sí, es una hija de puta, pero era monto...".
Confiá en el debate sobre las ligas agrarias, las ligas de una lírica nueva, la liga por los derechos a ser una generación, la liga de mayores que pisan cabezas.
No confíes en quien te llama niño.
No confíes en los que niegan los debates.
No confíes en los que clausuran los debates porque hay que pagar derecho de piso.
No confíes en los que toman decisiones apresuradas, como cerrar o abrir blogs, romper, abandonarse.
No confíes en los que hablan mal de un "mundillo" porque para ellos quieren el cielo de ese.
No confíes en alguien que no sueña escribir un título como Monzón Napalm.
No confíes en alguien que no fue bautizado y sueña con serlo. Ya tiene el padrino, la madrina y la iglesia. Le falta la fe.
No confíes en alguien que no piensa que Vallejo escribió 4 libros, Gambarotta 3... y ahora descansemos.
No confíes en los que extrañan épocas.
En los que defienden épocas.
Dejemos que nos pateen el tablero, desde ahí, desde el lugar menos pensado.
No confíes en quienes no saben envejecer.
no confíes en quien deja mensajes como usuario anónimo porque es un gonca que no puede dar la cara
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