por Idefix
Trabajé una temporada –bastante prolongada- en un banco. En diciembre, para que el personal estuviera contento y se sintiera orgulloso de pertenecer a la organización, armaban la fiesta de fin de año. Una vez, mi amigo El Cuervo y yo caímos peposos. Al principio nos colgamos viendo todo el circo. A mí, por momentos me pegó mal ver a todos esos willies juntos. Después, El Cuervo y yo nos escabiamos y, medio desencajados, correteamos cachorras. Guau-guau, Guau-guau, les decíamos.
Qué groso, man.
ResponderBorrary se habrán ligado mas de una cacheta..
ResponderBorrarun relato burocrático, acorralado y obnubilado
ResponderBorrarjaja muy bueno muy bueno jajaj, soy el hijo del dueño del banco, seguro mi papi va a estar re contento! jajaj muy bueno loco
ResponderBorrar