Carta a Borges
Por Alberto Hidalgo
Querido Borges:
Voy a refrescarle la memoria.
Hace unos meses, varios, muchos, una noche, pasadas las 24, frente a la Confitería del Molino, Ud. tuvo un breve apuro. Quería acompañar a una amiga hasta su casa, en Villa No Sé Cuantos. El automóvil costaría, según sus calculos, 3 o 4 pesos. Como Ud. no tenía ninguno, yo le presté diez. De modo que Ud. pudo irse con la chica, solos los dos, y juntos, dentro del auto y bajo la noche. Y de seguro que no pasó nada. ¡Nunca pasa nada entre Ud. y una mujer!
Corrió cierto tiempo. Cierta vez en el Royal Keller, extrajo Ud. su cartera y de ella un billete, nuevecito, de diez pesos, con desánimo de dármelos. Eran para abonar la consumación. Pero me dijo:
-No tengo sino esto. El miércoles cobraré un artículo en "La Prensa".
-¡Hombre! -le respondí-, ¡Cuando usted pueda! ¡No faltaba más!
No volví a verlo. Desapareció de la tertulia y olvido la cuentecilla, no obstante de haber cobrado, de seguro, varios artículos en "La Prensa". Ahora bien: desde hace algún tiempo, todo lo que usted escribe me parece malo, muy malo, cada vez peor.
¡Ud. con tanto talento, escribiendo puerilidades! ¡No puede ser! Temo que mi juicio adolezca de parcialidad, a causa de los diez pesos que me debe. Páguemelos, querido Borges. Quiero recobrar mi independencia. ¡Concédame el honor de volver a admirarlo!
Por otra parte, el dinero es sucio. Ud. y yo estamos por encima de él. Haga, pues, una cosa decente: vaya a una librería, compre unos libros por valor de diez pesos. Y me los manda por correo certificado. Los libros que, a su juicio, yo deba leer y los cuales -imagino- no serán los suyos. Nada más. Eso será suficiente para que pierda mi carácter, horrible, de acreedor.
Prensente mis respetos a su familia. A Ud. yo lo recuerdo constantemente.
¡Y no por la deuda!
Un estrujón de manos. A.H.
Voy a refrescarle la memoria.
Hace unos meses, varios, muchos, una noche, pasadas las 24, frente a la Confitería del Molino, Ud. tuvo un breve apuro. Quería acompañar a una amiga hasta su casa, en Villa No Sé Cuantos. El automóvil costaría, según sus calculos, 3 o 4 pesos. Como Ud. no tenía ninguno, yo le presté diez. De modo que Ud. pudo irse con la chica, solos los dos, y juntos, dentro del auto y bajo la noche. Y de seguro que no pasó nada. ¡Nunca pasa nada entre Ud. y una mujer!
Corrió cierto tiempo. Cierta vez en el Royal Keller, extrajo Ud. su cartera y de ella un billete, nuevecito, de diez pesos, con desánimo de dármelos. Eran para abonar la consumación. Pero me dijo:
-No tengo sino esto. El miércoles cobraré un artículo en "La Prensa".
-¡Hombre! -le respondí-, ¡Cuando usted pueda! ¡No faltaba más!
No volví a verlo. Desapareció de la tertulia y olvido la cuentecilla, no obstante de haber cobrado, de seguro, varios artículos en "La Prensa". Ahora bien: desde hace algún tiempo, todo lo que usted escribe me parece malo, muy malo, cada vez peor.
¡Ud. con tanto talento, escribiendo puerilidades! ¡No puede ser! Temo que mi juicio adolezca de parcialidad, a causa de los diez pesos que me debe. Páguemelos, querido Borges. Quiero recobrar mi independencia. ¡Concédame el honor de volver a admirarlo!
Por otra parte, el dinero es sucio. Ud. y yo estamos por encima de él. Haga, pues, una cosa decente: vaya a una librería, compre unos libros por valor de diez pesos. Y me los manda por correo certificado. Los libros que, a su juicio, yo deba leer y los cuales -imagino- no serán los suyos. Nada más. Eso será suficiente para que pierda mi carácter, horrible, de acreedor.
Prensente mis respetos a su familia. A Ud. yo lo recuerdo constantemente.
¡Y no por la deuda!
Un estrujón de manos. A.H.
Del Diario de mi sentimiento (1922-1936). Edición del autor, 1937.
(Texto proporcionado por Enoch, el coleccionista. Foto: archivo personal Fabián Casas. Tomada en 1975, a la izquierda vemos al poeta de Boedo a los diez años de edad después de saludar a sus ídolos literarios.)
19 Comments:
el antiojudo es casas?!?!?
(despues del colectivero se pueden llamar El portero vicioso o el taxista fascista, no ese feo, La garita transitada, o..)
"Y de seguro que no pasó nada. ¡Nunca pasa nada entre Ud. y una mujer!"
¿y entre georgie y un hombre?
Para mí es Casas. ¿Será? Los anteojos que usa parecen los mismos.
No creo que sea Casas, yo no veo el winco por ningún lado...
Excelente. Felicitaciones.
ahora mandelo por mail
no es casas, es rubio que después renegó de su pasado oligarca y de su amistad con polimeni (el otro de anteojos) y con aliverti (sólo se le ve la barba).
el del medio es durand, que también renegó.
fíjense que todos miran a bioy. a borges lo tenían en menos. venían de ver un partido de copa davis con ABC.
¡Es Rubio! Es verdad, es igual.
en genial...nada más
No, aún si le hubiesen gustado los hombres, Borges no se habría permitido una relación homosexual. De todos modos, creo que no era el caso. Pero de haber sido... no, no... no creo.
He pasado a conocer tu blog estupendo y a invitarte a recorrer el mío. Es de poesía. En él añado mensualmente 11 poemas de diferentes autores. Los de este mes los encabeza un poema del gran Borges. Desde ya te doy la bienvenida más cordial.
Saludos....
los poemas de borges son una poronga
Peor sería que la poronga de Borges fuera un poema.
borges no tenía poronga, eso lo explica todo
"Y de seguro que no pasó nada. ¡Nunca pasa nada entre Ud. y una mujer!"
como saben? no le crean al libro innecesario que sacó estela canto sobre su biografia.
Qué gracioso lo que escribió
Alberto Hidalgo. Ojalá puedan
publicar más sobre ese olvidado
escritor peruano...
Saludos!
Gonzalo.
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Bolches yarboclos a todos los peronistas.
La foto no es del archivo personal de Casas, sino que es de Julio Giustozzi, sacada el 27/11/85 por encargo de Alberto Casares en su librería. Casas tenía 20 años y el chico que aparece a la izquierda de Borges, es Martín Casares. El otro chico es Andrés Casares. Te podés divertir sin necesidad de mentir.
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