Gritos
Por Obelix
Una vez leí que un pelotón, después de una batalla, volvía exhausto al campamento base. Habían tenido muchas bajas y la moral estaba por el suelo. Creo que eran correntinos, la guerra contra Paraguay o algo así. Uno de los segundos le fue a preguntar al milico-al-mando si los soldados podían gritar, que si los autorizaba, iban a levantar y podrían llegar. El milico-al-mando dio la aprobación y en el medio del monte empezó el griterío.
Cuando iba a la cancha me gustaba ver el partido. Pero toda esa gente gritando y cantando me mataba. Jugando al fútbol, gritos de todo tipo: “Corré boludo, dale, la concha de tu madre”, etc.
Conocí una mujer que veía una cucaracha y se ponía a gritar como loca. También gritaba bastante cuando llegaba al climax aunque no tanto como con las cucarachas.
Una amiga-médica trabaja en guardias. A las guardias llega gente accidentada y muchas veces los médicos no pueden evitar que se mueran. Mi amiga-médica me contó que cuando les dan la mala noticia a los familiares que esperan, todos gritan. “Lo loco –me dijo– es que todos gritan igual, es el mismo grito.” “El grito de la muerte” pensé.
Estos últimos días tuve a estos gritos presentes. A mí no me da por gritar. Mis gritos son las palabras que escribo.
Una vez leí que un pelotón, después de una batalla, volvía exhausto al campamento base. Habían tenido muchas bajas y la moral estaba por el suelo. Creo que eran correntinos, la guerra contra Paraguay o algo así. Uno de los segundos le fue a preguntar al milico-al-mando si los soldados podían gritar, que si los autorizaba, iban a levantar y podrían llegar. El milico-al-mando dio la aprobación y en el medio del monte empezó el griterío.
Cuando iba a la cancha me gustaba ver el partido. Pero toda esa gente gritando y cantando me mataba. Jugando al fútbol, gritos de todo tipo: “Corré boludo, dale, la concha de tu madre”, etc.
Conocí una mujer que veía una cucaracha y se ponía a gritar como loca. También gritaba bastante cuando llegaba al climax aunque no tanto como con las cucarachas.
Una amiga-médica trabaja en guardias. A las guardias llega gente accidentada y muchas veces los médicos no pueden evitar que se mueran. Mi amiga-médica me contó que cuando les dan la mala noticia a los familiares que esperan, todos gritan. “Lo loco –me dijo– es que todos gritan igual, es el mismo grito.” “El grito de la muerte” pensé.
Estos últimos días tuve a estos gritos presentes. A mí no me da por gritar. Mis gritos son las palabras que escribo.
6 Comments:
Nunca probaste hacerlo con esa chica disfrazado de cucaracha?
;)
ah, no me parecen un grito de muerte tus palabras..
Y la verdad es que los gritos a veces asustan, esos que traen a colacion la muerte tambien, pero calculo que todo lo que tratemos de vincular con la misma, no solo molesta en el oido sino que nos quema, muy de a poquito esa esperanza de que no todo termina...esas ganas de que la muerte no valga la pena...gritos y muy fuertes...Marinita
Marinita sos mi amiga Marina V que se anda haciendo adicta a todo esto? Sorpresa verla por acá.
Obelix: en esos gritos hay distintos gritos. en tus palabras también. no dejes de gritar.
la cuestion es no quedarse afonico... no?
saludos
claro que sì. Comunicar es descargar. O gritar.
saludos
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