Esperando al mesías
Los libros de Chuck Palahniuk no se consiguen en Buenos Aires. Hace algún tiempo planteé ese problema en mi blog y una voz femenina, muy pagada de sí misma, me mandó a la librería Guadalquivir, sobre Callao, llegando a Santa Fe. “Ahí se consiguen desde siempre” decía. Pero no. Tenían solamente Diario, uno de los libros que menos me interesaban y salía, atención, 95 pesos.
Palahniuk es un tipo prolífico que fue llevado al cine con un éxito innegable. La versión de El Club de la Pelea que encarnaron un impecable Brad Pitt y un siempre interesante Edward Norton alcanzaría para agotar una buena tirada de libros. ¿Por qué entonces falta de nuestras librerías habituales?
Quizás me equivoque pero no es tan difícil reconstruir el itinerario. Mondadori tiene los derechos de la traducción al español. Mondadori no quiere ceder los derechos o pone un precio alto por un autor que sabe preciado. Ninguna editorial argentina se juega porque después de todo el autor de Monstruos invisibles sigue siendo un escritor bastante deforme. Y así estamos.
The Cult, el sitio oficial de Palahniuk, no está mal. Hay fotos, noticias y alguna entrevista pero no deja de ser un lugar para vender videos y otras chucherías. Por Internet, aquí y allá, se ve alguna cosa más, pero, me cuesta admitirlo, el mejor nexo que tenemos los lectores argentinos con Palahniuk es indudablemente Página/12 y, dentro de ese caótico diario, Rodrigo Fresán.
Si no fuera por Fresán, que está en Barcelona y puede conseguir los libros y se interesa y empuja, sabríamos muy poco, más bien nada, de Palahniuk. Desde hace un tiempo que el autor de Historia argentina emprendió lo que ya es una militancia. Las notas que le dedica, por lo general, son bastante buenas. Búsquenlas con el Google. Valen la pena. Y aparte logró que Radar publicara un cuento, Tripas. Gracias Fresán, lo digo de corazón.
En el Parque Rivadavia vi hace poco como circulaban unas fotocopias anilladas. El título de la tapa decía El club de la lucha. Era la traducción española bajo acto de justicia pirata. Me resultó una situación bastante Palahniuk.
Hace un tiempo, cuando vivíamos en el borde del microcentro, cada tanto coincidíamos con Celia y almorzábamos o desayunábamos en el Coto de Viamonte. A veces llegábamos fuera de horario y el lugar ya estaba vacío. Había sustancias pringosas arriba de las mesas y vasos y cubiertos de plástico en el suelo. Cuando nos sentábamos con nuestras bandejitas yo siempre decía: “Efecto Palahniuk”. Ahora también podríamos hablar de “Efecto Cucurto”. De hecho se da un extraño maridaje entre Cosa de negros y lo poco que conocemos de Palahniuk. Estoy seguro que el norteamericano disfrutaría la prosa y los temas del hombre de Constitución.
Acusando recibo de la falta que entonces se da en nuestra circuito de librerías y solidarizándonos con la Cruzada Fresán, obligados, una vez más, a la piratería, ofrecemos aquí, el cuento publicado por Radar. Y que los eunucos, como decía el Gran Bobby, padre argentino del neo-anarquismo de los noventas, bufen.
3 Comments:
el cuento es buenisimo, lo habia leido en RAdar, y tenes razon, se merece (o en realidad, nos merecemos) poder encontrar sus libros sin rastrillar en internet.
salute
Te mandaste nomás, Editor Juan. Un callejón oscuro y envenenado para el Remisero Absoluto. Estaría bárbaro hacer la experiencia de leerlo en público, en alguna de esos bares de lectura. Sería estupendo ser ese narrador, y en el poder de las palabras, atisbar de refilón la expresión de los oyentes.
¿No es raro que las anécdotas de la lectura de Guts, se parezca en forma inversa a aquella escena de "Cuenta Conmigo": el cuento del gordito comedor de tortas?
Saludos.-
Sostengo lo mismo, exactamente lo mismo, sera quizas que hay que caerle bien a Pablo.
Una voz femenina, bien pagada.
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