martes, noviembre 01, 2005

Dos músicos diferentes

Por Juan Terranova

1.
El 26 de septiembre Clarín publicó, firmada por Guillermo Boerr, una reseña del último recital que Moby dio en Buenos Aires. El título era “Tecno de primera mano” y el texto empezaba con una de las frases que dijo el músico promediando el recital: “Soy americano, pero a veces no me siento orgulloso de ello. Como americano debo disculparme por el presidente que tenemos. Es un hombre malo, estúpido y violento”.

La segunda frase del texto decía así: “Los jóvenes que llenaron el recinto de Palermo aplaudieron mientras lo fotografiaban con sus cámaras digitales y sus celulares de última generación.”

Otra frase, más adelante: “Además de la multitud que saltaba delante del escenario, en el nutrido sector VIP se codeaban, copita de champagne y bandejita de sushi en mano, varios famosos y no tanto.”

Después de un par de precisiones sobre la música, se caracterizaba a Moby de esta manera: “Crítico feroz de la derecha yanqui y vegetariano empedernido, despotricó contra Bush (a quien se refirió en su blog como "el rey de las vacaciones") y prohibió en sus shows el sponsoreo de tabacaleras y productos derivados de la carne.”

Antes de todo esto, el copete de la nota decía: “En una hora cuarenta de show, el rey de la electrónica tuvo tiempo de repasar tres discos y hablar mal de Bush.” Cuando el set terminó, Moby no dio bis aunque parece que la gente se lo pidió. La entrada al concierto, que se hizo en La Rural, costaba ochenta pesos.

2.
El 16 de septiembre, Mariano del Águila entrevistó a Moby para el Sí! de Clarín. La primera pregunta de lo que se publicó era más bien una insinuación:
“— Y vos tratás de hablar en español...”.
A lo que Moby respondió:
“— Sí, vivo en Nueva York, la ciudad más sudamericana de Estados Unidos.”
La pregunta que cierra la nota es “¿Te preocupa que en las escuelas quieran censurar la teoría evolutiva?”. La respuesta que dio el músico, acorde al contexto, fue intrascendente.

3.
La página 88 de la edición del 2 de octubre de la revista Luz remite el recital de Moby en La Rural. Son seis fotos y una nota muy breve. Las fotos retratan a un grupo de famoso entre los que se encuentran Matías Martín, Natalia Graciano y Horacio Cabak. Los epígrafes hablan de movida electrónica y citan a Nokia Trends, la marca de auspicio el evento. Las fotos son incidentales, tipo paparazzi. Horacio Cabak con un platito de sushi en la mano, una modelo sonriendo sin ganas, el novio de la modelo con un ridículo sombrerito a cuadros.

4.
Una de las cosas que dejó en claro el reciente paso de Moby por Buenos Aires es que el tipo es un demagogo profesional. Hasta Guillermo Boerr se da cuenta cuando escribe que: “Además de en inglés, Moby habló bastante en español. ¿Demagogia? "Tengo parientes argentinos, así que yo también me siento un poco argentino". Lo primero es cierto, lo segundo, al menos dudoso. En particular teniendo en cuenta que en México presentó al otro chico superpoderoso de la banda, el guitarrista y bajista Guillermo Martínez como mexicano ¡y en Colombia, como colombiano!”.

En Buenos Aires, no lo presentó como argentino y parece que lo de los parientes es cierto. Así y todo, no dudo que si hubiera ido a Ucrania, hubiera dicho que en Nueva York es la ciudad que más cerca está de Europa del este, porque en sus calles hay muchos ucranianos que, aparte, son todos amigos suyos. (De paso, decir que Nueva York es la ciudad más sudamericana de los Estados Unidos es olvidarse estrepitosamente de Miami. O quizás Moby ya no considere Florida como parte de los Estados Unidos.)

5.
Ahora bien, lo de la demagogia, pura, aberrante, triste, ya estaba desde antes en el folleto que acompaña Play, quizás su disco más exitoso. Ahí pueden leerse, entre fotos del músico saltando y mostrando su torso semidesnudo, cinco viñetas fechadas “New York City, January 1999” que él mismo describe como “essays” y de los cuales admite “no están relacionados con la música”.
El texto titulado “1” abre así: “Fundamentalism (of any kind) troubles me”.

El texto titulado “2” abre así: “It horrifies me that we allow prisioners to be treated so poorly”.
El texto titulado “3” abre así: “Oftentimes when I meet someone they ask me why I´m a vegan (a vegan is someone who neither eats, wears, or use animals products).”
El texto titulado “4” abre así. “I just went to the Museum of Jewish Heritage and The Holocaust in Manhatan and I was driven home to me that almost all of the state sponsored atrocities of the 20th century ocurred with either the complicity and /or awarness of the world governments.”
El texto titulado “5” abre así: “Speaking of those who preach hate and violence, I need to say how absolutely horrified and sickened I am by supposed Christians who promote the use of violence against abortion clinics, doctors, the federal government, and anyone else who rubs the wrong way.”

Más allá de la obvia contradicción entre las oraciones con las que comienzan los textos 1 y 3, ninguno de los textos sostiene por sí mismo ni dice nada ni remotamente interesante. Es pura corrección política exhibicionista. Igual que hablar mal de Bush en público como si eso significara algo, y así. La única conclusión que puede sacarse sin entrar a hacer un análisis que los textos no se merecen es que Moby “tienen la necesidad” (él usa esas palabras) de decirle a la gente que es buena persona. Y sin embargo, por atrás hay algo más.

6.
Agredir a alguien que no se puede defender y repetir lugares comunes que no implican riesgo aparente para crear consenso es una técnica muy vieja cuyo grado de efectividad política es variable. Algunos dicen que cuanto menos se arriesga, menos se gana. Pero no estoy tan seguro. Vender (el verbo es clave) una estupidez como audacia no siempre trae malos resultados. Los efectos que a veces se dan, pese a todo, pueden ser extraños y hasta contraproducentes. Cuando hace algunos años Attaque 77 tocaba bajo una gran esvástica tachada con un enorme signo de prohibido estacionar la elección de la escenografía sumaba más bien poco. ¿Quién puede estar a favor del nacionalsocialismo hoy en día? Era igual que salir a decir que uno está en contra del SIDA y el gesto, como respuesta al puñado de skin-heads que nunca faltan en el ambiente punk argentino, se volvía completamente desproporcionado. Mientras tanto, la esvástica era tan grande físicamente y tan poderosa como símbolo que pese a la banda roja que la tachaba, el recital multitudinario parecía una especie de mega-evento neonazi.

7.
Acá es donde tendría que decir: “más allá de la calidad de la música de Moby...” o “evitando entrar en valoraciones artísticas...” o incluso “un músico debe ser juzgado por su música y nada más”. Pero no. La cosa no es tan fácil. Compré Play apenas salió. Lo escuché mucho y me gustó. Leí los “ensayos” pensando que eran una estupidez irrelevante. Aunque nunca me aburrió, llegado un momento dejé de escuchar el disco y lo archivé. Volví a buscarlo cuando encontré las declaraciones en el diario. Ahora lo escucho y no es igual. O mejor, el disco es igual. Pero algo cambió.

8.
Charles Eustaquius Robert Ferguson nació en algún lugar del Missisipi hacia fines de 1918. Sus padres y hermanos mayores eran trabajadores rurales y cuando el joven Charly Bob entró en el ejército y viajó a Europa, apenas sabía leer y escribir. Según sus propias palabras el ejército fue para él “una bendición”. Aunque se pasó la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial cantando en un coro de gospel que se presentaba como distracción para las tropas, cuando volvió y se instaló en Memphis era un héroe de guerra.

Empezó a cantar blues con bandas locales y ocasionalmente tocaba la guitarra. Compartió escenario con John Lee Hooker, Muddy Waters, Willie Dixon y otras leyendas del blues. A fines de los ‘50 se mudó a Los Ángeles y vivió haciendo giras y tocando en lugares pequeños. Nunca se casó ni tuvo hijos. A principios de los ‘60, ya había grabado sus dos únicos y legendarios discos para Chess Records. Músicos de rock exitosos como The Eagles, The Doors, e incluso Bob Dylan versionaron algunas de sus canciones. Charly Bob Ferguson podría haber terminado sus días, con mucho prestigio y mucho anonimato, en la cómoda segunda fila de la historia del blues si no hubiera hecho unas declaraciones radiales que le reportaron una fama amarga.

En agosto de 1964, alegando como justificación el llamado “incidente de Tonkín”, producido cuando tres lanchas torpederas vietnamitas atacaron dos destructores norteamericanos anclados en las costas de Vietnam del norte, Estados Unidos inició una intervención abierta al país asiático que fue increyendo hasta sumar, en 1967, casi 500.000 efectivos. Es sabido cómo repercutieron los bombardeos masivos, el uso de agentes químicos y la crueldad general en los nuevos colectivos americanos.

Una medianoche de 1969, Charly Bob cantó solo con su guitarra clásicos del blues y temas propios en un programa de radio. La grabación llegó a circular como pirata en ambiente de especialistas y se editó como disco recién en 1992 con el nombre de “In the air of blues”. Cuando el set terminó, Charly Bob conversó con un locutor anónimo. El tipo le preguntó por Vietnam, porque era el tema del momento y todos los artistas parecían tener algo que decir al respecto. Charly, cincuenta años de edad años, respondió que Vietnam no le interesaba, pero que si tenía que dar una opinión era que la guerra igualaba a los hombres porque la muerte no diferenciaba entre negros o blancos, que él todavía conservaba su uniforme militar y que estaba orgulloso de, en su momento, haber servido a su patria. Algunos críticos piensan que estas declaraciones cortaron la carrera de Ferguson. Las pocas enciclopedias de jazz o blues que lo recuerdan dicen que murió en 1972 de un cáncer de próstata, complicado por un deterioro físico irreversible debido al alcoholismo.

Sus dos discos y los muchos piratas que se editaron después de su muerte son inhallables en Buenos Aires pero con suerte se pueden bajar de Internet. A veces los escucho, sobre todo de noche, y la voz Charly Bob Ferguson suena, a través del tiempo, profunda, dolida y sincera.

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