Hue
Por Enrique Molina
Donde el Río de los Perfumes mueve sus ligeras llamas bajo la luna
y las mujeres cantan en su boca
y hunden sus rostros de ópalo vivo en sus muslos que reverberan entre címbalos
un antro dormido al esplendor de oscuras dinastías
emperadores de labios inmóviles y grandes testículos de oro
cuya bilis era el relámpago
cuya sombra es piedra labrada jardines y sueño
He ahí
el destello perdido entre las columnas
dioses de máscaras de canela
y caderas lascivas
fantasmas de garras reales
un vértigo de mariposas
entre el templo la fortaleza y la noche
amantes descalzas y vendedores de las orillas
uniendo en sus anillos
las ceremonias de la vida
entretejida urdimbre del hambre y el olvido
en tales torsos cobrizos
en tales almas
graznido de las aves de un mundo caliente
la vieja ciudad sagrada
los monasterios de mármol
construidos sobre cráneos de colibríes
y el río de seda arrastrando mercaderías frutas podridas
lenguajes y juncos de velas negras de cáñamo
pomada de plumas
en los senos que pueblan el mercado en los brazos
impregnados por el sudor de la luz
como la floración animal de un sueño
en un lento espasmo
Y de pronto
la rajadura ciega
ciudad arrasada hasta no quedar ni un bloque de piedra en sus mandíbulas
quemada viva como el bonzo en su súplica atroz
desnudo su flanco incandescente
llaga deforme entre tizones
salen de las raíces desde los arrozales
secretos
esos hijos volcánicos
se aferran
a una indomable arquitectura
y entre el estallido de la sangre barridos de napalm y crimen
apostados sobre tumbas reales
exaltaron su propia muerte con una majestad salvaje
desgarradura y convulsión
de esa rugiente maternidad de pólvora
otra Hue ha nacido
-su doble de piedras impalpables-
muertos latentes en el aire
¡oh criaturas del monzón!
resisten aún
entre las hendiduras violentas del muro
cubiertas de vísceras explosiones y carne vidriosa
tanta vena de sed
tanto verdor de aldeas que latían
vaciado gota a gota por la herida
Hue fantasma
hecha de sombras de cadáveres la obstinada
resistencia sin término
los pequeños hombres elásticos que ardieron en la roca
el guerrillero
con su gran sol centras que lo hace crepitar como el acantilado
el guerrillero
cada vez más hundido en su siniestra ciénaga de plomo
flagelo de adioses vigilia y súplica de mujer sola que se desvanece
en su patíbulo nocturno
cielo desenterrado o lejanía
ni caricia ni lengua devorante
tanta garganta rota entre los restos imperiales
Hue defendida hueso a hueso
Hue triturada Hue mortaja de sol
Hue resistida hasta la última llama
Hue de ojos de felino entre los intersticios del desastre
Hue coagulada ahora en la memoria verdosa
pesadilla en alguna charca tan triste del cielo
gato que llora a gritos sábana venenosa plato donde
cae sangre
en vez de arroz
y el hombre que retorna con cabeza de moscas
y no comprende más ni el vino ni sus manos en la terrible
disección de la noche
Hue de escalpelo
Hue sin labios
Hue silencio de sangre
tantos muertos
han defendido el río la semilla el pubis de flores de la lluvia
la trenza que se entreabre y deja ver los cálidos
demonios de la piel
tanta lumbre de cabaña tan lejos
la huella de sandalias en la arena
la mujer lacia bajo la hoja del banano
llena de espectros
otra Hue ondula entre la niebla
de espejismo
Hue reverbero sobre el casco inflamado del "marine"
(recubierto de slogans formol
y vendas puedes ahora beber la lepra en tu gaseosa
la gangrena)
Hue de estrellas que hierven como una nueva
constelación del cielo del infierno
Hue inviolable
donde el Río de los Perfumes gira lentamente alrededor
de la luna
(de "Monzón Napalm", 1968)
3 Comments:
Para mí este poema es frívolo.
para mí llamarse fliper, también
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