domingo, abril 02, 2006

Carmud ya no vive más aquí

Por David Wapner


Un golpazo en la cabeza

y se creen invisibles.



Lo más importante es

que esa cosa es fea.





Se reconocen cuando gritan

aunque dicen que no se escucha.



Una cosa fea.

Algo para llorar.





Una vez vi a un lagumano

asomado al balcón de un

rancho ampliado de cemento

oteando un mar imaginario.





Esa cosa fea.





Otra vez fue un clerviciano

buscando con desesperación libros en

"lengua cargada de acentos".



Una cosa fea.

Algo para llorar.





Un margano

con el cual compartí un viaje a Karpov

me contó que un lugar de Mardergarga

tenía aún guardado un trencito para fiestas infantiles

(–y el concepto que sigue es equivocado–).



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Y soñaba con algo parecido en Hibrugrande

(–y el concepto que sigue es equivocado–).



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Y este error es el peor.





Un muchacho raduvaquio se introdujo una vez en el aula de

"estudios de la parte trasera del idioma",

Una cosa fea.

Algo para llorar.



La profesora le preguntó si estaba inscripto

y él dijo que no

pero que quería estudiar.



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Como no daba pié con bola

la profesora le pidió que se vaya

"usted molesta".



Una cosa fea.

Algo para llorar.



En el consultorio de una dentista de la créplaj nación

conocí a un tordo de los Andes

que había conseguido trabajo

en una fábrica de venenos.



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Estaba feliz





porque trabajaba todos los días

incluso en feriados

pero nada de quejas

"tengo esposa e hijos que alimentar".



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Era peor que el peor.





Un viernes por la tarde

junto a una de las entradas al menrcado

sobre la calle en donde están las paradas de autobuses

--soplaba fagaf

viento caliente

de efectos extraños en el humor--

estaba sentado un murgavinchano

tomando cerveza.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Como lo conocía

me le acerqué y le comenté

que todavía no me acostumbraba a la semana

y al calendario prarpafo.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Le dije que siempre me confundía

que cuando me decían "cambiflón"

yo siempre sentía que era lunes y no domingo.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Me miró y

como si le fuese en ello la vida en ello

me dijo: "¡Pero el domingo existe!



Era peor que el peor.





Los makungos de la comunidad de Paluca

de la amazonía makunga

dicen que ellos están aquí por su fe

y por su amor a Hibrugrande.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Pero uno de ellos

que es mi amigo

me confiesa

que extraña sus costumbres de allá

extraña mucho.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Pero está aquí para trabajar.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Y la cosa se esfumaba.





Trabajar.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Y eso es lo que hace

el nuevo inmigrante carborricano.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Trabaja duro

"en lo que venga"





olvidándose de sí mismo

porque "lo que importa son los hijos

para eso vinimos hasta aquí".



Una cosa fea.

Algo para llorar.





"Vengo del kinesiólogo

me está tratando este hombro

que no puedo ni mover".



Una cosa fea.

Algo para llorar.





Sin embargo esta mujer

inmigrante de Calva Murga

tampoco se queja

porque a sus hijos "no les falta nada".



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Y porque "allí nos quedamos sin nada".

"No me quejo"

"no te quejes"

"porque te quedaste sin nada

y aquí al menos te dan algo".



Una cosa fea.

Algo para llorar.





Y la cosa se esfumaba.



Sin embargo

a un inmigrante carborricano

se lo reconoce por sus quejas.



Una cosa fea.

Algo para llorar.





Se queja del idioma:

"uno emigra a luchar con el idioma"





Una cosa fea.

Algo para llorar.



Y no se habla de eso.



Su dificultad para aprender "el llanto del idioma"

se la atribuye al "cuarto del lloro del idioma'

madre de sus problemas de adaptación

la cual prohíja

a sus hijos preferidos.



Una cosa fea.

Algo para llorar.





Los blablabla-parlantes

víctimas de un mundo que estalló en pedazos

han sido convertidos en cucos

por el inmigrante de Carborrica

capaces de anularlos

por sóla virtud de su presencia masiva.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Y los docentes se han convertido en aliados de los cucos:

"Uno en el 'cuarto del lloro del idioma' se siente cohibido

porque no sabe si le están enseñando a uno

el "el llanto del idioma" o el blablabla"

dice un makungo

llegado a Hibrugrande hace sólo cuatro meses

y ya abandonó el "cuarto del lloro del idioma'.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



"El l llanto del idioma"

lo aprendes en la calle o en el trabajo".



Una cosa fea.

Algo para llorar.





Se queja porque entre él y la calle hay un muro

imposible de escalar.





Una cosa fea.

Algo para llorar.



"¿De dónde vienes? ¿De Raduvaquia Makung?

¿De Murgavincha? Eres 'chaflún'

eres 'chuflán'. "



Una cosa fea.

Algo para llorar.



"Pero yo en mi mundo y tú en el tuyo"



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Y era lo peor



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Y era lo peor.

Una cosa fea.

Algo para llorar.

Y era lo peor



Se queja por la falta de interlocutores

y no hay interlocutores para sus quejas.



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Un polvo entraba en los ojos.



Se queja porque no los hay en Preprafo Hibrugrande.



Una cosa fea.

Algo para llorar.





Un polvo entraba en los ojos.

"La Flarflar y la Gardufla no nos consideran

acá hay un problema de poder"





Una cosa fea.

Algo para llorar.

"Nosotros no les interesamos".



Una cosa fea.

Algo para llorar.





Una cosa fea.

Algo para llorar.





¿Exagera el carfón marfón carborricano?

¿Serán estas y otras

sólo elucubraciones

de quien aún está

en estado de conmoción

por haber abandonado su país

"que ya no daba para más"

con todo lo que tenía

incluidos sus amigos

que no daban para más?



¿Exagera?

¿Y llegado el caso

qué importa si es así?



Exagerar no es mentir.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Es sólo amplificar un hecho

partiendo de la base de su existencia.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



El inmigrante carborricano

comprende que a veces

no le queda más alternativa

que hacerse el muerto

para ser atendido por causa de una gripe.



Una cosa fea.

Algo para llorar.



Esta actitud no lo honra

pero

a cambio

logra poner en evidencia

una cosa fea,

algo para llorar.





Una cosa fea.

Algo para llorar.

Un polvo entraba en los ojos.

Algo para llorar.





Mi peluquero era mi tocayo sufrano Carmud.



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Hace una semana llamé por teléfono a su casa para pedirle un turno.



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Un polvo entraba en los ojos.



Me atendió

una voz que reconocí

como murgavinchana y

a mi pregunta

respondió: "Carmud ya no vive más aquí

se fue a vivir a Carpaña con su familia".



Una cosa fea.

Algo para llorar.

Un polvo entraba en los ojos.



Un error para llorar.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Este poema es horrible, como todo lo que hace este pibe.

2:17 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

...es medio autista... sí... además de chupamedias...

1:35 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

El poema es hermoso, nunca leí algo tan hermoso. Una pena Lucho que no lo sepas leer.¿te suena?:

"una cosa fea,
algo para llorar"

10:31 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

A mí me gustó, che.

10:27 p. m.  

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