Carmud ya no vive más aquí
Por David Wapner
Un golpazo en la cabeza
y se creen invisibles.
Lo más importante es
que esa cosa es fea.
Se reconocen cuando gritan
aunque dicen que no se escucha.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Una vez vi a un lagumano
asomado al balcón de un
rancho ampliado de cemento
oteando un mar imaginario.
Esa cosa fea.
Otra vez fue un clerviciano
buscando con desesperación libros en
"lengua cargada de acentos".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un margano
con el cual compartí un viaje a Karpov
me contó que un lugar de Mardergarga
tenía aún guardado un trencito para fiestas infantiles
(–y el concepto que sigue es equivocado–).
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y soñaba con algo parecido en Hibrugrande
(–y el concepto que sigue es equivocado–).
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y este error es el peor.
Un muchacho raduvaquio se introdujo una vez en el aula de
"estudios de la parte trasera del idioma",
Una cosa fea.
Algo para llorar.
La profesora le preguntó si estaba inscripto
y él dijo que no
pero que quería estudiar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Como no daba pié con bola
la profesora le pidió que se vaya
"usted molesta".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
En el consultorio de una dentista de la créplaj nación
conocí a un tordo de los Andes
que había conseguido trabajo
en una fábrica de venenos.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Estaba feliz
porque trabajaba todos los días
incluso en feriados
pero nada de quejas
"tengo esposa e hijos que alimentar".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Era peor que el peor.
Un viernes por la tarde
junto a una de las entradas al menrcado
sobre la calle en donde están las paradas de autobuses
--soplaba fagaf
viento caliente
de efectos extraños en el humor--
estaba sentado un murgavinchano
tomando cerveza.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Como lo conocía
me le acerqué y le comenté
que todavía no me acostumbraba a la semana
y al calendario prarpafo.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Le dije que siempre me confundía
que cuando me decían "cambiflón"
yo siempre sentía que era lunes y no domingo.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Me miró y
como si le fuese en ello la vida en ello
me dijo: "¡Pero el domingo existe!
Era peor que el peor.
Los makungos de la comunidad de Paluca
de la amazonía makunga
dicen que ellos están aquí por su fe
y por su amor a Hibrugrande.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Pero uno de ellos
que es mi amigo
me confiesa
que extraña sus costumbres de allá
extraña mucho.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Pero está aquí para trabajar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y la cosa se esfumaba.
Trabajar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y eso es lo que hace
el nuevo inmigrante carborricano.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Trabaja duro
"en lo que venga"
olvidándose de sí mismo
porque "lo que importa son los hijos
para eso vinimos hasta aquí".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
"Vengo del kinesiólogo
me está tratando este hombro
que no puedo ni mover".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Sin embargo esta mujer
inmigrante de Calva Murga
tampoco se queja
porque a sus hijos "no les falta nada".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y porque "allí nos quedamos sin nada".
"No me quejo"
"no te quejes"
"porque te quedaste sin nada
y aquí al menos te dan algo".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y la cosa se esfumaba.
Sin embargo
a un inmigrante carborricano
se lo reconoce por sus quejas.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Se queja del idioma:
"uno emigra a luchar con el idioma"
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y no se habla de eso.
Su dificultad para aprender "el llanto del idioma"
se la atribuye al "cuarto del lloro del idioma'
madre de sus problemas de adaptación
la cual prohíja
a sus hijos preferidos.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Los blablabla-parlantes
víctimas de un mundo que estalló en pedazos
han sido convertidos en cucos
por el inmigrante de Carborrica
capaces de anularlos
por sóla virtud de su presencia masiva.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y los docentes se han convertido en aliados de los cucos:
"Uno en el 'cuarto del lloro del idioma' se siente cohibido
porque no sabe si le están enseñando a uno
el "el llanto del idioma" o el blablabla"
dice un makungo
llegado a Hibrugrande hace sólo cuatro meses
y ya abandonó el "cuarto del lloro del idioma'.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
"El l llanto del idioma"
lo aprendes en la calle o en el trabajo".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Se queja porque entre él y la calle hay un muro
imposible de escalar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
"¿De dónde vienes? ¿De Raduvaquia Makung?
¿De Murgavincha? Eres 'chaflún'
eres 'chuflán'. "
Una cosa fea.
Algo para llorar.
"Pero yo en mi mundo y tú en el tuyo"
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y era lo peor
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y era lo peor.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y era lo peor
Se queja por la falta de interlocutores
y no hay interlocutores para sus quejas.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un polvo entraba en los ojos.
Se queja porque no los hay en Preprafo Hibrugrande.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un polvo entraba en los ojos.
"La Flarflar y la Gardufla no nos consideran
acá hay un problema de poder"
Una cosa fea.
Algo para llorar.
"Nosotros no les interesamos".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
¿Exagera el carfón marfón carborricano?
¿Serán estas y otras
sólo elucubraciones
de quien aún está
en estado de conmoción
por haber abandonado su país
"que ya no daba para más"
con todo lo que tenía
incluidos sus amigos
que no daban para más?
¿Exagera?
¿Y llegado el caso
qué importa si es así?
Exagerar no es mentir.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Es sólo amplificar un hecho
partiendo de la base de su existencia.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
El inmigrante carborricano
comprende que a veces
no le queda más alternativa
que hacerse el muerto
para ser atendido por causa de una gripe.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Esta actitud no lo honra
pero
a cambio
logra poner en evidencia
una cosa fea,
algo para llorar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un polvo entraba en los ojos.
Algo para llorar.
Mi peluquero era mi tocayo sufrano Carmud.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Hace una semana llamé por teléfono a su casa para pedirle un turno.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un polvo entraba en los ojos.
Me atendió
una voz que reconocí
como murgavinchana y
a mi pregunta
respondió: "Carmud ya no vive más aquí
se fue a vivir a Carpaña con su familia".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un polvo entraba en los ojos.
Un error para llorar.
Un golpazo en la cabeza
y se creen invisibles.
Lo más importante es
que esa cosa es fea.
Se reconocen cuando gritan
aunque dicen que no se escucha.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Una vez vi a un lagumano
asomado al balcón de un
rancho ampliado de cemento
oteando un mar imaginario.
Esa cosa fea.
Otra vez fue un clerviciano
buscando con desesperación libros en
"lengua cargada de acentos".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un margano
con el cual compartí un viaje a Karpov
me contó que un lugar de Mardergarga
tenía aún guardado un trencito para fiestas infantiles
(–y el concepto que sigue es equivocado–).
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y soñaba con algo parecido en Hibrugrande
(–y el concepto que sigue es equivocado–).
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y este error es el peor.
Un muchacho raduvaquio se introdujo una vez en el aula de
"estudios de la parte trasera del idioma",
Una cosa fea.
Algo para llorar.
La profesora le preguntó si estaba inscripto
y él dijo que no
pero que quería estudiar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Como no daba pié con bola
la profesora le pidió que se vaya
"usted molesta".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
En el consultorio de una dentista de la créplaj nación
conocí a un tordo de los Andes
que había conseguido trabajo
en una fábrica de venenos.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Estaba feliz
porque trabajaba todos los días
incluso en feriados
pero nada de quejas
"tengo esposa e hijos que alimentar".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Era peor que el peor.
Un viernes por la tarde
junto a una de las entradas al menrcado
sobre la calle en donde están las paradas de autobuses
--soplaba fagaf
viento caliente
de efectos extraños en el humor--
estaba sentado un murgavinchano
tomando cerveza.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Como lo conocía
me le acerqué y le comenté
que todavía no me acostumbraba a la semana
y al calendario prarpafo.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Le dije que siempre me confundía
que cuando me decían "cambiflón"
yo siempre sentía que era lunes y no domingo.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Me miró y
como si le fuese en ello la vida en ello
me dijo: "¡Pero el domingo existe!
Era peor que el peor.
Los makungos de la comunidad de Paluca
de la amazonía makunga
dicen que ellos están aquí por su fe
y por su amor a Hibrugrande.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Pero uno de ellos
que es mi amigo
me confiesa
que extraña sus costumbres de allá
extraña mucho.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Pero está aquí para trabajar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y la cosa se esfumaba.
Trabajar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y eso es lo que hace
el nuevo inmigrante carborricano.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Trabaja duro
"en lo que venga"
olvidándose de sí mismo
porque "lo que importa son los hijos
para eso vinimos hasta aquí".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
"Vengo del kinesiólogo
me está tratando este hombro
que no puedo ni mover".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Sin embargo esta mujer
inmigrante de Calva Murga
tampoco se queja
porque a sus hijos "no les falta nada".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y porque "allí nos quedamos sin nada".
"No me quejo"
"no te quejes"
"porque te quedaste sin nada
y aquí al menos te dan algo".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y la cosa se esfumaba.
Sin embargo
a un inmigrante carborricano
se lo reconoce por sus quejas.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Se queja del idioma:
"uno emigra a luchar con el idioma"
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y no se habla de eso.
Su dificultad para aprender "el llanto del idioma"
se la atribuye al "cuarto del lloro del idioma'
madre de sus problemas de adaptación
la cual prohíja
a sus hijos preferidos.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Los blablabla-parlantes
víctimas de un mundo que estalló en pedazos
han sido convertidos en cucos
por el inmigrante de Carborrica
capaces de anularlos
por sóla virtud de su presencia masiva.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y los docentes se han convertido en aliados de los cucos:
"Uno en el 'cuarto del lloro del idioma' se siente cohibido
porque no sabe si le están enseñando a uno
el "el llanto del idioma" o el blablabla"
dice un makungo
llegado a Hibrugrande hace sólo cuatro meses
y ya abandonó el "cuarto del lloro del idioma'.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
"El l llanto del idioma"
lo aprendes en la calle o en el trabajo".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Se queja porque entre él y la calle hay un muro
imposible de escalar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
"¿De dónde vienes? ¿De Raduvaquia Makung?
¿De Murgavincha? Eres 'chaflún'
eres 'chuflán'. "
Una cosa fea.
Algo para llorar.
"Pero yo en mi mundo y tú en el tuyo"
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y era lo peor
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y era lo peor.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Y era lo peor
Se queja por la falta de interlocutores
y no hay interlocutores para sus quejas.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un polvo entraba en los ojos.
Se queja porque no los hay en Preprafo Hibrugrande.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un polvo entraba en los ojos.
"La Flarflar y la Gardufla no nos consideran
acá hay un problema de poder"
Una cosa fea.
Algo para llorar.
"Nosotros no les interesamos".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
¿Exagera el carfón marfón carborricano?
¿Serán estas y otras
sólo elucubraciones
de quien aún está
en estado de conmoción
por haber abandonado su país
"que ya no daba para más"
con todo lo que tenía
incluidos sus amigos
que no daban para más?
¿Exagera?
¿Y llegado el caso
qué importa si es así?
Exagerar no es mentir.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Es sólo amplificar un hecho
partiendo de la base de su existencia.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
El inmigrante carborricano
comprende que a veces
no le queda más alternativa
que hacerse el muerto
para ser atendido por causa de una gripe.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Esta actitud no lo honra
pero
a cambio
logra poner en evidencia
una cosa fea,
algo para llorar.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un polvo entraba en los ojos.
Algo para llorar.
Mi peluquero era mi tocayo sufrano Carmud.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Hace una semana llamé por teléfono a su casa para pedirle un turno.
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un polvo entraba en los ojos.
Me atendió
una voz que reconocí
como murgavinchana y
a mi pregunta
respondió: "Carmud ya no vive más aquí
se fue a vivir a Carpaña con su familia".
Una cosa fea.
Algo para llorar.
Un polvo entraba en los ojos.
Un error para llorar.
4 Comments:
Este poema es horrible, como todo lo que hace este pibe.
...es medio autista... sí... además de chupamedias...
El poema es hermoso, nunca leí algo tan hermoso. Una pena Lucho que no lo sepas leer.¿te suena?:
"una cosa fea,
algo para llorar"
A mí me gustó, che.
Publicar un comentario
<< Home