viernes, agosto 04, 2006
jueves, agosto 03, 2006
Avión
(poema tomado de la antología de poetas que están presas en la cárcel de Ezeiza, donde María Medrano coordina un taller de lectura, análisis y producción de textos. Título del libro: Yo no fui. Editorial: Voy a salir...)
por Anna Magdalena Kliszcs
Avión
Ahora también lo escucho
justo - como si pidiera que se fuera en este momento
sé adónde va - es simple
va a mi casa y no me lleva.
Me quedo aquí escribiendo sobre él:
él tiene los asientos más cómodos
y las bebidas internacionales más ricas
claro, no es barato
pero vale la pena porque va al otro mundo
sé adónde va - es simple
a mi mundo va y no me lleva
él es lo que más quiero
no lo veo
pero lo escucho.
Avión II
Alas de metal avión en el cielo
rompiendo el silencio y la tranquilidad
lo demás no existe, se borró de la tierra
ni los pájaros, ni los niños llorando lo interrumpen
no lo interrumpe el teléfono, ni las voces ni la lluvia. ¡Nada!
es el único, el más poderoso - es el rey de mis oídos
si fuera sorda también lo escucharía
¿no es así?
lo que más nos molesta
más escuchamos.
Estoy cansada, de noche no duermo
tan cerca del maldito aeropuerto
tan lejos de todos mis deseos.
Cuando salga de aquí no me lo llevo
lo abandono todo, esto, nada me dejó
hoy sigo soñando ser la reina de los vuelos.
miércoles, agosto 02, 2006
cambio
Ante el inminente cumpleaños del Remisero,
las notas de Wapner pasarán a publicarse en Nación Apache.
martes, agosto 01, 2006
Los esperamos
Se acerca la revancha de septiembre y un futbolista cuartetero dice en un mail:
"para que te asustes: el jueves volvemos a las canchas los cordobeses, con este frío nos vamos a entrenar en cuero y sin championes para tener las patas duras y el cuerpo caliente"
"para que te asustes: el jueves volvemos a las canchas los cordobeses, con este frío nos vamos a entrenar en cuero y sin championes para tener las patas duras y el cuerpo caliente"
La vara
por Paula Peyseré
1
Esperando el colectivo pienso el orden
de tareas que comienzan en la mañana.
A cien metros se acerca. Estiro
la mano con que se detiene y muevo el diámetro
de la pollera para usar los escalones.
Llevo la vara sobresaliendo por la mochila del lado derecho.
Pongo una moneda de 50 y tres de 10.
Una jubilada me entorpece el paso.
La esquivo a ella y esquivo el pasamanos
de metal, para que no suene la vara.
2
Caminamos para el lado que no son las avenidas.
Nueve horas de trabajo hacen la maldición anónima
de no saber qué clase de talleres y comercios rodean mi casa,
qué lado de la vereda recibe sol a esta hora..
la montaña de bolsas de basura
parece acumulada, traida de otros barrios.
Llevo la vara en la axila izquierda, surcando
costado a costado como proa
con el impulso de ritmo que le imprimen mis pies.
Simulo usarla de sable
contra violadores y ladrones inventados.
La choco contra tachos de basura
y contra el auto abandonado de la puerta de un gimnasio.
Un profesor y dos aspirantes se asoman
y sin embargo, hoy es feriado.
(acá sigue la vara: 3, 4, 5, 6, 7)
1
Esperando el colectivo pienso el orden
de tareas que comienzan en la mañana.
A cien metros se acerca. Estiro
la mano con que se detiene y muevo el diámetro
de la pollera para usar los escalones.
Llevo la vara sobresaliendo por la mochila del lado derecho.
Pongo una moneda de 50 y tres de 10.
Una jubilada me entorpece el paso.
La esquivo a ella y esquivo el pasamanos
de metal, para que no suene la vara.
2
Caminamos para el lado que no son las avenidas.
Nueve horas de trabajo hacen la maldición anónima
de no saber qué clase de talleres y comercios rodean mi casa,
qué lado de la vereda recibe sol a esta hora..
la montaña de bolsas de basura
parece acumulada, traida de otros barrios.
Llevo la vara en la axila izquierda, surcando
costado a costado como proa
con el impulso de ritmo que le imprimen mis pies.
Simulo usarla de sable
contra violadores y ladrones inventados.
La choco contra tachos de basura
y contra el auto abandonado de la puerta de un gimnasio.
Un profesor y dos aspirantes se asoman
y sin embargo, hoy es feriado.
(acá sigue la vara: 3, 4, 5, 6, 7)
Waiting for the mundial (Epílogo)
por Fabián Casas
El tema de si se le debió entregar el Balón de Oro o no a Zinedine Zidane sigue dando tela para cortar. Hace unos días leí en un diario una sesuda nota de Claudio Tamburrini, quien se acreditaba como filósofo del deporte. La nota me dejó perplejo por varios motivos: primero, porque me confirmó la sospecha de que a veces la educación especializada no sirve para nada. ¿Qué planteaba Tamburrini? Primero se preguntaba si Zidane había hecho suficiente mérito como apara recibir el Balón de Oro de la FIFA. En la nota concluía que no, ya que, decía, "en mi opinión la reacción de Zidane denota la ausencia de ciertas virtudes fundamentales en un deportista".
El tema de si se le debió entregar el Balón de Oro o no a Zinedine Zidane sigue dando tela para cortar. Hace unos días leí en un diario una sesuda nota de Claudio Tamburrini, quien se acreditaba como filósofo del deporte. La nota me dejó perplejo por varios motivos: primero, porque me confirmó la sospecha de que a veces la educación especializada no sirve para nada. ¿Qué planteaba Tamburrini? Primero se preguntaba si Zidane había hecho suficiente mérito como apara recibir el Balón de Oro de la FIFA. En la nota concluía que no, ya que, decía, "en mi opinión la reacción de Zidane denota la ausencia de ciertas virtudes fundamentales en un deportista".
Después citaba a Aristóteles y su bendita Etica, donde el filósofo helénico dice que "el ciudadano virtuoso debe encontrar el justo equilibrio entre dos estados deficientes, el punto medio entre la ira y la indolencia". Tamburrini remataba: "Zidane ha demostrado con su reacción carecer de esa excelencia de carácter que nos permite reaccionar ante afrentas humillantes mostrando tranquilidad de espíritu".
También, sobre el final de la nota, Tamburrini remarcaba que el hecho de que Zidane no le haya pegado el cabezazo en la cara al italiano lo complicaba aún más: "Aparentemente no intentó lastimarlo, pero no quiso dejar de hacer notar que no estaba dispuesto a tolerar ese tipo de afrentas. En un sentido, la elección de una forma de agresión más leve habla a favor de Zidane. Pero en otro sentido lo condena aún más, porque demuestra que, lejos de reaccionar instintivamente a una provocación, estaba en condiciones de controlar sus reacciones". Al final de la nota, Tamburrini propone quitarle el Balón de Oro a Zidane y dárselo a Cannavaro, por su actuación sobresaliente en la última línea de Italia.
Vamos de a una y al ras del piso. Por un lado no hay que olvidar que el filósofo (Aristóteles) que pedía esa excelencia de carácter vivía en una sociedad (al igual que la nuestra) que permitía la esclavitud humana. Por otra parte, llama la atención que alguien que se rige por tan nobles propósitos morales cuando hace una análisis (Tamburrini) pueda estar de acuerdo con un premio pedorro que entrega FIFA como lo es el del Balón de Oro ¿A quién carajo le importa el Balón de Oro? ¿Quién puede tomar en serio un premio como El Balón de Oro?
Segundo: el cabezazo de Zidane fue notable por muchos motivos (y quizás ya forma parte de una de las grandes escenas del Mundial, como cualquier jugada maravillosa). Lo que primero llamó la atención es que no fue un golpe artero, de esos que se pegan y que enseguida se disimulan para que el árbitro no lo pueda ver. No, Zid Vicious se tomó su tiempo, pegó en el pecho y se quedó mirando al jugador italiano cuando éste estaba en el piso, como reafirmando su actitud.
Zidane no salió del lugar del hecho, no le dio vergüenza ni lo turbó, estaba haciendo lo que quería hacer en ese momento. ¿La magnitud del insulto? No creo que eso haya sido tan importante. Lo que creo que se refleja en ese golpe es la sensación de que a veces, aunque uno juegue mejor y con hidalguía, no es suficiente para superar a una máquina aceitada que juega, básicamente a no perder, como lo hizo Italia.
Esa impotencia es un poco la madre de ese cabezazo en el pecho. Lo que Zidane le enseñó al mundo fue que era, básicamente, un ser humano. Y no un fantoche que anda por ahí haciendo propagandas para que la juventud no se drogue. También mostró, a lo largo del torneo, que es un extraordinario jugador que tiene el plus de aparecer cuando se lo necesita. Como los gladiadores romanos, puede decir, cuando entra a la cancha: ¡Firmes y dignos!
Y, como diría Chilavert, aparte otra cosa: quedó claro que si Zidane se hubiera regido por la lógica, seguro no hubiera metido ese cabezazo, pero posiblemente tampoco hubiera hecho muchas de las jugadas más gloriosas de este Mundial. No, si hubiera seguido la lógica, hubiera hecho lo que hizo Abbandonancieri, quién sopesó que, golpeado como estaba, era mejor para Argentina bajarse del arco para no perjudicar al equipo. Y terminó siendo todo lo contrario. Zidane, como jugador, es lo que es precisamente porque no hace las cosas que se esperan que haga. Como ese hermoso cabezazo pegado justo en ese lugar donde muchos otros jugadores necesitan una bolsa de agua caliente.