Como friolenta virgen
por César Mermet (1923-1978)
Toda tu astucia es noble y conforme a norma;
toda tu resistencia es don y laborioso sacrificio;
y tu avaricia previsora, y abnegada la constancia
con que aprietas las piernas como friolenta virgen
en la cumbre nocturna de los siglos.
La enredada circunvalación de tu pudor
es ideograma vivo y bendición cifrada
de recias tatarabuelas rupestres.
Agradezco humilde, digo rendidamente,
la dificultad con que a veces venzo tus senos,
la costumbre de derrota a que me unces,
pequeña remilgada de imperio tímido.
Educas grave, trabajosamente al macho dispendioso,
incitas como puedes mi pujanza, a lo alto y a lo venidero
me concitas con ciego cálculo
y con vidente tacto aciertas.
Sabes perfectamente que en este siglo
dentro de pocos días se termina el amor;
y me honras con devoción arcaica,
apretando las piernas, apretando las piernas,
como por el penúltimo sediento
que aúlla hacia la tarde.
Yo beso la enagua de tu ñoñería,
descifro tus puntillas de hinojos
untándolas de saliva hipócrita,
porque tu tienes tu consejo de brujas del pleistoceno
y yo mis cazadores de sílex mágico disfrazados de ciervos.
Yo me postro, me postro, me arrodillo, me agacho,
y gachamente espío tus bellas piernas,
en honda perspectiva
y fuga directa en sombra a tu insondable horqueta,
convertida en fetiche para siempre
gracias al rigor con que me privas,
con que aprietas las piernas,
con que aprietas las piernas,
friolenta como una virgen
en la loma de los extensos, pero idénticos tiempos.
.
Toda tu astucia es noble y conforme a norma;
toda tu resistencia es don y laborioso sacrificio;
y tu avaricia previsora, y abnegada la constancia
con que aprietas las piernas como friolenta virgen
en la cumbre nocturna de los siglos.
La enredada circunvalación de tu pudor
es ideograma vivo y bendición cifrada
de recias tatarabuelas rupestres.
Agradezco humilde, digo rendidamente,
la dificultad con que a veces venzo tus senos,
la costumbre de derrota a que me unces,
pequeña remilgada de imperio tímido.
Educas grave, trabajosamente al macho dispendioso,
incitas como puedes mi pujanza, a lo alto y a lo venidero
me concitas con ciego cálculo
y con vidente tacto aciertas.
Sabes perfectamente que en este siglo
dentro de pocos días se termina el amor;
y me honras con devoción arcaica,
apretando las piernas, apretando las piernas,
como por el penúltimo sediento
que aúlla hacia la tarde.
Yo beso la enagua de tu ñoñería,
descifro tus puntillas de hinojos
untándolas de saliva hipócrita,
porque tu tienes tu consejo de brujas del pleistoceno
y yo mis cazadores de sílex mágico disfrazados de ciervos.
Yo me postro, me postro, me arrodillo, me agacho,
y gachamente espío tus bellas piernas,
en honda perspectiva
y fuga directa en sombra a tu insondable horqueta,
convertida en fetiche para siempre
gracias al rigor con que me privas,
con que aprietas las piernas,
con que aprietas las piernas,
friolenta como una virgen
en la loma de los extensos, pero idénticos tiempos.
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3 Comments:
"Sabes perfectamente que en este siglo
dentro de pocos días se termina el amor;
y me honras con devoción arcaica,
apretando las piernas, apretando las piernas,
como por el penúltimo sediento
que aúlla hacia la tarde."
increíble!!!!
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