Este es un caso raro. De esos que con el tiempo suelen dilucidarse pero que en caliente uno no sabe bien qué hacer. No hace falta decir porque razones extra futbolísiticas llevaríamos a Falco al mundial. Es un buen tipo. Sincero, amable, muy inteligente y cariñoso. Dentro de la cancha ha logrado destellos de buen fútbol y hasta a depurado sus movimientos para que empecemos a ver algunos atisbos de técnica, pero se empecina en no jugar. Digamos: ante la posibilidad de salir de la cancha, el que sale es él. Quizás sea que, como en su escritura, ha logrado intervenir lo justo y necesario y así está bien. Recuerdo un partido de viernes a la noche donde imperaban la garra, el cansancio y el desorden y Falco empezó a dar pases exactos. Eso marcó la diferencia y definió el partido. Es sorpresivo, entonces. De esos que cuando nadie se lo espera te sorprende con una delicia que vos decís: la pucha con el gringo, es un artista.
LOYDS ¿Se acuerdan del Tanque Brieguel? El grandote alemán que lo corrió toda la cancha a Valdano en la final del 86 y no lo pudo alcanzar. Por suerte salimos campeón. Si hubiera estado Loyds, no ganamos. Qué pegada, papá. Loyds es fachero, digamos, rubio y de ojos claros. De esos jugadores facheros y calmos. Eso sí, la agarra bien a la pelota y, si te pega en la frente, te desenrosca la cabeza. Aparte marca, pone el pecho, las manos. Es guerrero y usa bien su mejor herramienta, el cuerpo. Habla poco pero se la podés pasar tranquilo porque sabés que o da un pase preciso o le apunta al arco. En cualquier esquema, Loyds es el defensor fundamental porque se planta atrás y te cuida el territorio. Ahí tranquilo, parado y sin darte sustos por querer hacer una de más. Yo lo pondría de dos. Y le daría la cinta de capitán. Se me hace que cuando se le acerque al árbitro, lo mire fijo a los ojos y con sus voz gruesa le diga: Qué cobraste, el hombre de negro va a revisar su fallo, seguro.
BUEDE Hace un tiempo me preguntaron si lo conocía a Anibal Puede. Dije que sí por más que sabía que su apellido era con B y no con P. Nunca habíamos jugado al fútbol y cuando lo hicimos me di cuenta que estaba bien dicho: Anibal, Puede. Llega al fondo de la cancha y vuelve diciendo que vamos, que ya los tenemos, que hay que ganar. No grita, habla en un tono monocorde y parece la radio un domingo pero te convence. Si vas perdiendo 3 a 2, el vago empieza a decir: Vamos que ganamos 5 a 3. Y a los minutos, increíblemente, diste vuelta el resultado. Esa es su mayor virtud, la actitud. Que sumada a la confianza, la constancia, el tesón y el coraje, hacen un defensor maduro y eficaz, necesario para pelear sobre todo en los partidos finales de cualquier campeonato. Y es buen tipo, se nota, porque después de cada gol, te abraza.
MEDIOCAMPISTASQUINTÁ
En este caso estamos hablando de la fuerza de la juventud. El pibe corre, mete, va y viene y te dice: dale. Está apurado y le sobra aire. Por eso hace goles, defiende, cabecea, pica corto, pica largo, se choca el tejido y vuelve. Qué energía, por favor. Es muy gracioso y ocurrente y eso, dentro y fuera de la cancha, ayuda para enfrentar los momentos más difíciles. En la mitad de la cancha hace falta gente así para tener resto. Con la iniciativa y el entusiasmo necesarios para luchar contra la adversidad. Por ahí, se nota que se pasa en la velocidad pero, más vale que so, so y no que fa, fa. Quintá tiene técnica, buen porte y aire. Es cumplidor y comprometido. Ah, otra cosa importante: siempre tiene ganas de volver a empezar la jugada, corregir y cuando el partido terminó, ya está pensando en el próximo.
TERRANOVA Yo diría, un cinco clásico. Tiene el don de la pausa y eso, hoy que todo va tan rápido, nos juega a favor. La para, la pisa y da el pase. Esa pausa le permite dar el pase doloroso. Ese que traspasa al equipo rival y le mete la daga donde más le duele. Aparte lo deja mudo, impotente, porque le descubre, en la falencia, un punto débil, la fisura. Juega tranquilo y eso, hace falta en todo equipo. Tiene un aire de despreocupado pero está pensando, está viendo cuándo y dónde dar el golpe. También cuenta con una buena dosis de despliegue y llegada en el terreno más cercano. Cuida su quinta y la del equipo también porque cuando pasa al ataque hace doler. Posee potencia física y, al trote, se sostiene a lo largo de la disputa. Además, conversa con los compañeros, pase, pared, gambeta, pausa, pase, pared. Alienta y ordena con la verba. Un cinco, clásico.
RODRIGUEZ
Cuando arranca de atrás es mejor, más ofensivo. Por eso tiene que estar al medio. Podría ser delantero pero mejor que tenga el tiempo necesario para cansarse antes de llegar al arco. Define sorpresivamente porque es práctico. Va al hueso, diría, y a paso largo. Su tranco le posibilita avanzar sin piedad. Rodríguez se mete en el terreno de una forma que cuando menos te diste cuenta hizo el gol. Es guerrero y su falta de estado físico lo pone de un humor bastante parecido al de Tomatito, el payaso asesino. Su mayor virtud: va para adelante y se lleva a la rastra al equipo enganchado como si fuera un acoplado vacío. Lo pondría al lado del cinco, que lo ayude, lo asista, lo acompañe y lo sorprenda con un pique largo, una gambeta, otro pique largo, una traba con el rival, otro pique, esta vez corto, y una definición simple, fuerte y al ras del suelo. Lo imagino saludando a la hinchada con el botín en la mano, quitando la piedra de su zapato.
GODOY Es el mago. El encargado de hacerla desaparecer. El que va a sorprender calladito y moviendo el cuerpo al ritmo del desgarbe. Usa las dos gambas y las entreteje de una manera que al rival se le hace difícil quitarle la pelota y acercársele. Usa los brazos de un modo que se asemeja a la enredadera silenciosa y envolvente que trepa y avanza, trepa y llega. Da pase y espera la devolución. Juega en equipo y si queda solo, la resuelve por su cuenta. No le pidas orden, lo suyo es la sorpresa, el detalle mágico, el toque de sutileza y la entrega cuando hace falta. También cuenta, como su poesía, con una pizca de ironía y otra de picardía. Godoy entonces, es poeta en la cancha y jugador exquisito en la cocina porque tiene habilidad. Y sabe usarla.
DELANTEROSTOMAS Imprescindible. Es el delantero que, si hace falta, vas a buscarlo al boliche, lo sacás borracho y le das dos litros de café para que juegue. La para, la cubre, se da vuelta y no lo agarrás más. Te hace el gol si está mano a mano y si está lejos del arco se la rebusca para llegar. Cabecea bien, la pone donde el quiere, ayuda a marcar y la pelea en todas partes. Yo lo dejaría arriba a la espera de un pelotazo, total, va a hacer lo necesario para que el balón entre en ese surco que él va haciendo tanto ir y venir. Otra cualidad: se calienta cuando hay que calentarse y la pide siempre. La quiere tener en los pies, cantar gol cada dos minutos y todas las veces que se pueda. Es el ídolo de la hinchada. El que si lo putean desde la tribuna les va a tapar la boca con goles. Como sean, feos o lindos, siempre te va a hacer recordar que los goles son amores.
MAIRAL
Bueno, el muchacho se las trae. Mairal patea mal, digamos, pone mal el pie y casi siempre sale mal. No es confiable su devolución ni su pique pero él se divierte, Y en todo equipo hace falta gente divertida. Que agarre la pelota con la mano, que haga chistes en pleno juego, que cuando hace las cosas bien, diga: me equivoqué. Ese delantero con mirada limpia y alegría en los labios. El que te va a sorprender con un sutil uso del chiste. El que descomprime y pone lo más sublime a la altura de lo ridículo.
Un tierno, es Mairal. Un tipo bueno que, quizás una tarde, cuando nadie lo espere, la pare de pecho y la patee con fuerza, con precisión, para ponerla allá, para que todos gritemos gol, aunque la pelota quede colgada en lo más alto de un eucalipto.
Bueno, creo que es todo, estamos en camino, hacia allá vamos. Tenemos equipo, tenemos jugadores, somos escritores en busca de nuestro mundial. Somos mundiales en busca de nuestro escritor. Somos, mientras tanto. Abrazo de gol.